OBRAS POR IMPUESTOS

En un interesante artículo publicado en nuestra edición de ayer bajo este título, un directivo del Club de Ejecutivos exponía la idea de reemplazar la gestión del Estado en obras públicas por la iniciativa privada, canjeando obras por impuestos, idea que vio en funcionamiento –afirma- en Perú.

En un interesante artículo publicado en nuestra edición de ayer bajo este título, un directivo del Club de Ejecutivos exponía la idea de reemplazar la gestión del Estado en obras públicas por la iniciativa privada, canjeando obras por impuestos, idea que vio en funcionamiento –afirma- en Perú.

Y efectivamente, los peruanos están muy orgullosos de lo que han logrado con este instrumento legal, “herramienta de política que no tiene antecedentes en otros países y que desde su dación hasta la fecha ha permitido generar confianza entre los actores públicos y privados que participan en su adecuada aplicación”, tal como expresa el portal público peruano dedicado a esta iniciativa.

¿Cómo funciona este sistema?. Para este efecto fue necesario que el Congreso sancionara una ley –la N° 29.230- que “impulsa la inversión pública regional y local con participación del sector privado”, la cual regula el mecanismo denominado obras por impuestos que permite la suscripción de convenios entre la empresa privada y los gobiernos regionales y locales. Para que una obra se haga efectiva bajo esta modalidad es preciso un instrumento –regulado por ley- denominado certificado de inversión pública regional y local (CIPRL), emitido por el Ministerio de Economía y Finanzas a través del cual se reconoce el monto invertido por la empresa privada en el proyecto financiado bajo la modalidad de obras por impuestos, en caso que la obra sea aceptada sin observaciones. Con esta modalidad, en lugar de depositarlo como tributo al Estado, el impuesto se efectiviza a través de la ejecución de una obra pública en un  municipio o departamento sin que el gobierno regional, local o universidad deban emplear recursos presupuestarios.

Interesante mecanismo. Debieran estudiarlo nuestros legisladores, en caso de que no lo conozcan. Sobre todo porque le daría mayor racionalidad al gasto público, precisamente en momentos en que el propio Poder Legislativo estudia auto asignarse un plus presupuestario de más de Gs. 12.500 millones para distribuirlo en su desbordante plantilla de funcionarios que, ya ahora, le cuesta a cada paraguayo –en términos relativos- ocho veces más que a un europeo  sostener su Parlamento continental. Para tener una idea de lo que significa ese “extrita” que planean farrearse los funcionarios parlamentarios como regalo de fin de año, alcanzaría para refaccionar y poner a punto el Colegio Nacional de Lambaré, el Nacional de la Capital, el nacional de Limpio, la escuela Santa Lucía de Itakyry, la 3255 de Curuguaty y el internado de 25 Leguas, Chaco. Si no lo creen, pregunten en el MEC.

Obras por impuestos. Los peruanos la tuvieron clara desde un comienzo. En lugar de engordar una burocracia inútil y enviciada, los impuestos de la actividad privada van directamente a obras imprescindibles bajo un estricto orden de prioridades. No diremos que es la herramienta perfecta, porque nada humano lo es. Pero parece acercarse.

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